9 de diciembre de 2019

Entre espejos y despejos

Un brillo invade todo aquello donde espeja la luz
un brillo intenso, el brillo que robé de tu mirada,
que dices desperté,  pero sé que es mío,
que crees que conservas, pero que he cedido.
Resolviendo apresurada los momentos
los sucesos, que demandan
voy guardando restos de confianza
en fantasías que brillan como espejos de agua.

Frente a mí la luz brilla, las oportunidades comienzan.

Las esperaba tanto sin saberlo que perdía la constancia
de soñarlas, de pensarlas, de buscarlas
y hoy me encuentran espejada en tus despejos de verdad.
Aquello que hablas, cuando ya no piensas qué callar.
Las deseaba tanto aunque olvidaba quién deseaba,
quién era esta mujer detrás de máscaras,
quién era yo, quién soy, quién descubriste al no dudar.
Quien escapó de la comodidad, y vuelve al ruedo.

De todo cuanto agradecí, no dije gracias por hallarme a mí.
Auténticamente mía.
Me sentiste, sin buscarme, sin pedirme que asomara
Algo en mí te percibió, tomó conciencia.
Y volví.

Ahora es cuando uno continúa, sólo sigue, sopesa sus verdades.
Cuando decides a quién atesoras y a quién vives, 
cuando rescatas los recuerdos a colores, y los ocultas dulcemente,
y lo normal exige el doble de normalidad, y te agota el tiempo.
Mi mente escapa al sueño para descansar de la realidad 
que duramente transcurre con tus ojos y tu nombre, con recelo.
Y arrullo mis deseos y escojo siempre la mejor mitad,
del vaso medio lleno que descubro al descubrirme una vez más.

Un brillo intenso va cubriendo de sonrisas y de lágrimas
las manos que buscan alcanzarte, despedirte, 
y aún te extrañan.

8 de septiembre de 2019

Estupor que me envuelves,
me confortas,
me atormentas.
Me rodeas y me arrastras
como presa,
me compartes y me celas.
Voluntad a la que me revelo,
de la que escapo,
cuando puedo.
Impotencia de dejarte,
tentación de no soltarte,
ser tu esclava.
Es el deseo de olvidarme
de dejarme en tus mañanas,
perdonarme, perdonarte.
Envejecer entre tus ansias,
atacarte,
poseerte, derrotarme.
Y no me sueltas
y no cedo,
ni me tomas.
Y mi cama es tu guarida
y mi almohada mi verdugo.
Durmiente sí, bella ni tanto.

Sueño eres mi yugo.

La desazón que ni me perdono
ni me niego.

El pecado del tiempo que perdí,
del tiempo que gozé.
El tiempo muerto.

14 de febrero de 2019

Sin palabras es lo que nos queda cuando hartos de pensar sólo callamos. Sin palabras es silencio por desgano. 
La derrota de los fundamentos que no dan a basto.

Al punto de no hablar, es al punto de dejarnos.
La resistencia del final que convocamos.

Enmudecemos, para no desperdiciar momentos en suicidios confesionales innecesarios. Porque hablar ya carece de sentido, los pensamientos más roídos de pensar son nuestro libreto cajoneado. 

Sin negación. Sin comentarios. 

No hay temor en el callar, así como no hay valor en el verbalizar lo que no tiene caso.
Sólo actuamos. 

 La crudeza de esta honestidad es mi elección, y tal vez sea tu descarto. 
No me pesa, como no me arrepiento, de hacer esta elección sin exigencias ajenas a mi deseo. 

En conciencia absoluta de esta libertad que anhelo.

Sin melodrama. Sin formato. 


Sin palabras, cuando no place el silencio.