4 de enero de 2011

No me niegues el beso de las buenas noches ...

Cuando cada noche antes de dormir llego a vos mirando bajo, y busco el punto en que busques mi piel, no es un gesto más de la insistencia. Es mi pedido de tregua o consagración. Es la frutillita del postre de un día alto, o la bandera blanca de uno de esos otros que rasguñan los cerámicos del piso.

Si al final del día pesan más tu mal humor, mi mal carácter, los desacuerdos, los problemas, lo mucho que te enloquecen muchas cosas de mi, y lo mucho que me frustran tantas cosas en vos ... no me niegues el beso de las buenas noches, que es cuando más lo necesito. Es cuando no te tengo al lado que necesito encontrarte. Aunque eso sea en la vereda de enfrente.

El beso de las buenas noches es mi modo de saber que seguís estando ahí, que es cuando menos queremos vernos que se vuelve más preciso. Es mi manera de decirte que seguimos siendo los mismos, aún cuando menos simpáticos. Así que no me lo quites, es uno de los peores daños.

Cuando cada noche antes de dormir llego a vos mirando bajo, busco a mi amigo, no pretendo enfrentar a mis demonios. Quiero únicamente esa pausa, sin provocación, sin más desengaño.

Por eso no me niegues ese beso para no perdernos el rastro en medio de la distorsión del tiempo-espacio.  Sólo no me niegues el beso de las buenas noches, que es mi punto de contacto. 

Por eso, sólo por eso, no me lo niegues ...

Que nada puede hacerme sentir más sola, que nada puede hacer que nos perdamos tanto.