Ella divagó entre letras. Buscando las preguntas que quería que él le hiciera. Buscando las respuestas que quería que él oyera.
Ella cambió las palabras que había escrito y tachado una y otra vez, por las que había oído, hasta el cansancio.
Ella mintió, pecó, perdonó y sanó; cansada de esperar lo inesperable en la tentación de no perder la última batalla. El orgullo esperanzado.
Ella siguió sus pasos en reversa y corrijió el rumbo.
Desistió de su coraje.
Dejó de perder el tiempo.
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