18 de agosto de 2009

El vislumbre de unos ojos iluminan mi pasado y mi futuro.
Incongruencias de un amor que decidimos. El arancel, interminable sin factura.
Sin ser mejor, sin ser peor, sólo son la verdad que no lastima. Que redime las elecciones mal elegidas.
Destellos borgoña de la complicidad que nos envuelve. O que quizá sólo me envuelven a mi misma. Y no es un mito, sólo es la razón que te ocultaste tantos años.
Los reflejos de un espejo mal gastado, reflejando mentiras y rencores, fundamentan mis palabras entre copas de obstáculos embusteros y sabrosos que me impiden declarar sin repasarme.

Lo sabés. La única razón para lo que creemos es el daño que te causé cuando ni sabíamos de lo que hablábamos. Y continuás negándolo. Sin engañarme.
Y es que tal vez sólo sea mi reflejo abandonado de pasión y de romance. Y es que tal vez no veas lo que quisieras a tu lado, sólo piensa, no te engaño. Titubeo. No me culpes, soy el fruto de los años en que no imaginaba estas secuelas.
Y titubeas. Y lo comprendo, es peor la certeza de perderte. Sólo quisiera que no hubiese distracciones.
Sin fantasmas, sin consuelos, sin intervenciones desesperadas, las cosas serían más que evidentes. Lo son aún para los demás, sin importar lo que digamos. No lo niegues.
No puedo más que renunciar, sin el valor de postergar lo que preciso. Lamentandote cada minuto si hace falta, regalando tu ausencia a otros ocasos.
16/08/09

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