27 de junio de 2009

En medio de tantas cosas que planeo, que he planeado, aguarda la tentativa del fracaso. A la vuelta de mi esquina, acodada en el espacio hueco que dejó la última idea a la que renuncié. Propongo e impulso todo lo que se me ocurre hacer o decir y me suspendo en la nada que atormenta mi paciencia, mi tiempo. El oro que he perdido por dejarme a oscuras. Cuando apagué la luz.

La necedad de mi desgano cobra vida si me olvido de mi misma, en el momento en que dejo de empujar para sentarme a un lado y esperar el cambio, mientras mantengo la misma nada inexistente. Entonces sólo volcar mis pensamientos inconexos me conforta. Olvido así durante segundos mis verdades incoherentes, maquillaje que tapiza los demonios que luchan por mi guarda. Demoro en recordar mis metas, mis talentos empañados e inexpertos. Por pensar en mucho que no es.

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